"Emile Armand es el pseudonimo de Ernest Juin, nacido en paris en 1872, principal exponente de las ideas anarquistas individualistas y un apasionado defensor del amor libre durante las primeras decadas del siglo XX. Se cree que, aun cuando habria recibido una educacion laica, a los 16 años, quedo fuertemente impresionado con la lectura del nuevo testamento. Su hradual aproximacion al anarquismo fue impulsada pr la lectura de Temps Modernes de "Tiempos modernos" de Jean Grave, uno de los fundadores del club o grupo El Arte Social. Armand creo su primera publicacion periodica en 1901: L'ere Nouvelle (Tribune libre du proletariat redigee par des disciples du christ), cuya cruza de ideas cristianas, socialistas, comunistas y libertarias, se situaba parcialmente bajo la influencia de Leon Tolstoi. Al mismo tiempo comenzo un intenso activismo antimilitarista: en 1904 presento una ponencia sobre la insumision ante el servicio militar en un congreso internacional en Amsterdam; en 1917 fue arrestado y condenado a cinco años de carcel por haber asistido a la disercion de un soldado durante la Primera Guerra Mundial.
Su etapa mas conocida de actividad anarquista comenzo a partir de esos años. Entre 1929 y 1939 dirigio el periodico L' En dehors y entre 1945 y 1956 L' Unique. Por otra parte, escribio y publico numerosos ensayos, entre los que cuentan Qu' est qu' un anarchiste, Idealisme et realisme meles, La Revolution sexuelle et la camaradeire amoureuse, algunos de llos traducidos al español, idioma en el que tambien pueden hallarse Amor Libre o sexualismo subersico: variaciones sobre la voluptuosidad, Formas de vida en comun sin estado ni autoridad y La camaraderia amorosa, entre otros"
..." Un caos de seres, de hechos e ideas, una lucha desordenada, violenta y despiadada; una mentira perpetua, por la que arbitrariamente unos se elevan al pináculo y otros quedan aplastados sin piedad en los bajos fondos.
¡Cuántas imágenes que describirían la sociedad actual, sin realidad pudiera hacerse!...
El pincel de los más celebrados artistas y la pluma de los más notables escritores se quebrarían cual frágil cristal, si se empleasen en representar siquiera un eco lejano del tumulto y la refriega que produce el choque de aspiraciones, apetitos, odios y abnegaciones en que se encuentran y mezclan las diversas categorías que dividen a los hombres.
¿Quién podrá explicar exactamente la interminable batalla librada entre los intereses particulares y las necesidades colectivas; entre los sentimientos del individuo y la pseudológica de la generalidad humana?Todo lo que constituye el desbarajuste de la actual sociedad no basta aún para hacer reflexionar a las gentes y escapa fácilmente a la penetración de su conocimiento.
Una minoría que posee la facultad de hacer producir y consumir, o la posibilidad de existir a título parasitario bajo diversas y numerosas formas, y en frente una inmensa mayoría que no tiene más que sus brazos, o su cerebro, u otros órganos productivos, que se ve forzosamente obligada a alquilar, o prostituir, no solamente para procurarse lo indispensable a fin de no morir de hambre, sino también para permitir a este pequeño número privilegiado, detentador de la potencia propiedad, o valor de cambio, vivir a costa del esfuerzo ajeno, más o menos beatíficamente.
Una masa, ricos y pobres, esclavos de prejuicios seculares hereditarios: los unos porque en estos atavismos encuentran su interés; los otros porque, sumidos en la ignorancia, no quieren salir de ella; una multitud cuyo culto es el dinero y su aspiración el hombre enriquecido; una gran mayoría embrutecida por el abuso de los excitantes o por la conducta viciosa; la plaga de degenerados de arriba y de abajo, sin aspiraciones profundas, sin otro fin que el de alcanzar una situación de goce y saciedad, para poder aplastar, si es preciso, a los amigos de ayer y elevarse sobre sus costillas.
Lo provisional, que amenaza sin cesar con transformarse en definitivo, y lo definitivo, que no parece dejar de ser jamás provisional.
Vidas que mienten a sus convicciones aparentes y convicciones que sirven de trampolín a bajas ambiciones. Librepensadores que se revelan más clericales y devotos que los mismos curas y devotos que dejan entrever el más grosero materialismo.
Lo superficial, que quiere pasar por profundo, y lo profundo, que no consigue hacerse valer por serio.
Repetir que todo esto es el cuadro vivo de la sociedad es poner en evidencia una verdad que nadie osará contradecir.
Cualquiera que sepa reflexionar comprenderá, perfectamente, que la pintura no es exagerada, sino que más bien queda muy por debajo de la realidad"...
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